Es necesario enfatizar que esta publicación no pretende que las constituciones nacionales simplemente cedan respecto de los notorios avances que se advierten en el ámbito del derecho internacional. Lejos de una renuncia o resignación, se busca que estos documentos, esenciales en cualquier democracia, se revitalicen y aprendan a convivir con el derecho extraestatal. Esto solo se puede lograr destacando los aspectos sólidos que, en su momento, generaron una suerte de culto a las constituciones nacionales. El avance de la internacionalización del derecho no puede perder de vista la experiencia local, ya que, en el largo plazo, eso puede suponer un peligroso cuestionamiento a su legitimidad. Pero, del mismo modo, las constituciones también deben ser conscientes que, a diferencia de lo que ocurría en el siglo XVIII o XIX, se presentan en la realidad múltiples retos que requieren la articulación conjunta de políticas por parte de los países.
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